5.11.03

NUBES PASAJERAS

Para Griselda Meléndrez.

“La vida es un camino…”, decía en su poema el Tapatío Dr. Enrique González Martínez… en ese camino pasan las nubes pasajeras que van formando imágenes y personajes quienes a su vez cambian de forma incesantemente y parecen crear escenarios inverosímiles, o al terminar el día despiden al sol cobijándolo en frazadas moradas, grises y púrpuras; sin embargo también se termina a veces, por tener un cielo encapotado que no dice nada o un cielo abierto que parece decir: hoy no hay vientos.
En ese sentido, al recodo del camino, un grupo de transeúntes: diseñadores, arquitectos, escritores, músicos y demás, huastecos o no; hemos querido subirnos a esta nube que va cuya forma aún no adivinamos.
Quienes hoy publicamos este boletín, queremos saludarle y decirle que nos preocupa el diseño, la arquitectura, las artes y la cultura en general, así sea de la localidad, del estado, de la república y hasta la de la conchinchína; asimismo que hacemos esto con el interés de promover el diseño como un ejercicio de calidad profesional al dar forma a las ciudades y sus actividades en su contexto, tanto como sus implicaciones en el devenir histórico y cultural, así como de sus hacedores.
Partiendo de la huasteca, queremos manifestar el compromiso con el diseño y su impacto en la sociedad y su cultura o no cultura que forma el modo de pensar colectivo de esta localidad y su región respectiva.
No queremos hablar de la ausencia del diseño como una mera crítica sin antes establecer las propuestas pertinentes; además de otorgar el derecho de réplica a quien quiera aclarar el porqué de la apatía y la ignorancia ramplona por la presencia del ejercicio profesional del diseño como arquitectura o edificación, como gráfico o como producción de objetos.
Además la problemática del ejercicio profesional del diseño no es privativo de Santiago de los Valles de Oxitipa o Tamtokow y la región, sino que es un problema que se da en toda la república si no es que también es un asunto global.
Al tener el peso de la contradicción de la aceptación y la negación de las tradiciones, nos enfrentamos a la subcultura que ha generado el uso de las computadoras y la filosofía que gira en torno a ellas.
La máquina al convertirse en una extensión de quien la usa, optimiza su labor y la potencía, transparentando los procesos de producción.
Tenemos ante nosotros un aparato que puede darnos la oportunidad de crear una herramienta democrática que sea accesible a todos los miembros de la sociedad, que organice nuestra vida y que eleve los estándares de calidad; pero nos encontramos con que el objeto se ha convertido en un canal más para la división de clases.
Al negar una tradición importante transformamos la esencia de nuestra identidad cultural y nos adaptamos al momento que nos ha tocado vivir; esto puede ser bueno o malo pero es inobjetable debido al crecimiento de fuerzas que presionan a nuestra sociedad como la demográfica, la industrial, la política, o la económica, entre otras; pero al aceptar tradiciones que detienen la aparición de nuevos lenguajes y formas de pensar alternas se promueve una actitud reaccionaria a cualquier avance positivo.
Esto viene por el criterio generalizado que se tiene hacia la visión del manejo y la aplicación de las nuevas tecnologías.
Por un lado la aceptación de la computadora como una herramienta adecuada para la producción y optimización de recursos y técnicas, así como el procesamiento de ideas; por otro, la negación de ésta ponderando ante todo la labor artesanal, pragmática o como se quiera. Esto a su vez nos divide en técnicos y artesanos.
Pero sobre todo el peor caso en cuanto al diseño gráfico, es la negación de los conocimientos ante el uso frívolo y desmesurado del medio para la producción gráfica que se va más allá de la herramienta que impulsa la pretensión ridícula de convertirse automáticamente en un diseñador por el simple hecho de operar un ordenador y un sistema de ventanas para el procesamiento de gráficos.
Esta actitud proviene desde muchas razones de fondo y una de ellas nos puede referir a una nueva forma de colonialismo y de ignorancia funcional.
Pero también proviene de razones económicas lo que nos quiebra profesionalmente; sin embargo una actitud estúpida nada tiene que ver con la economía y mucho con un defecto de personalidad…
Un pseudodiseñador automático que se precie de serlo, entonces debe demostrar capacidad y sobre todo recursos de respuestas inmediatas a todo el bagaje cultural que cargamos en la espalda de nuestra historia (ya si no se quiere de la región entonces de nuestra república), para que pueda comprometerse en su labor diaria con ésta, y si no, ¿qué caso tiene diseñar para un monstruo idiota, voraz y ciego que el vacío mediatizado de la sociedad contemporánea ha creado?
Por otra parte parece no haber conciencia que nuestro pasado nos rebasa y eso es algo grave.
Nuestro pasado indígena mil veces atropellado, es de lo que más nos enorgullecemos ante los ojos extranjeros, pero al mismo tiempo como buenos malinchistas lo negamos y rechazamos, consciente o inconscientemente (recuérdese el peyorativo “kwitool” que dicho sea de paso significa “niño” en huasteco), nos han legado muchas prendas que tarde o temprano tendremos que aquilatar o bien destruir, según sea el caso.
Parte de ese legado está en el diseño en el que hay múltiples representaciones ejemplares, destacadas y únicas.
Esas representaciones son herencias de otros diseñadores que en aquella época marcaron el camino, (nublado o no), con su lenguaje y su forma de entender la vida y el mundo que los rodeaba y envolvía.
Los antiguos mexicanos asignaban a un grupo de iniciados en el oficio de la pintura o las artes, llamados (en el caso de los Toltecas ) “Tlahcuilo” - que bien podría haber sido un demiurgo-, la creación y representación de su universo conocido, así como la definición de la forma visual que consolidaba su espacio en que habitaban.
Esta forma de organización política, religiosa y sociocultural, logró crear un sistema tribal único y al mismo tiempo armónico y coherente al articular fuertemente sus ideas; lo que gracias a ello, ha mantenido su presencia como nuestra memoria histórica, hasta nuestros días.
Así que ante el advenimiento de la explotación tecnológica y su intrínseca opresión, se ha llegado el momento de rescatar y revalorar las tradiciones en prenda.
De que la computadora libere a todos de prejuicios y en especial a los diseñadores, a los que debe abrir su “cabeza - corazón y mano” para llevarlos a otro espacio en donde desarrollar un nuevo lenguaje en el que nos podamos enclavar y adaptar al tiempo en que nos ha tocado existir (así como a los pintores impresionistas los liberó la aparición de la cámara fotográfica).
Igualmente dejar claro que la solución de un problema de diseño requiere una mente entrenada y comprometida, que dé aportaciones responsables, conscientes y que ayude al libre flujo de ideas al configurar nuevos espacios habitables y nuevas formas visuales, que nos ayuden sin cortapisas y con actitud, a entender el lugar en el que estamos.
Cada quien debe tomar su lugar y hacer su mejor esfuerzo correspondiente.
Es un absurdo profesional un arquitecto llevando la contabilidad de una empresa como un abogado realizando actividades de enfermería. Ambos profesionistas en los dos casos anteriores pueden hacer lo que quieran pero no están aplicando sus conocimientos acumulados y estos ahí no sirven para nada, lo que a la postre resulta en una degradación intelectual.
No se puede permitir caminar sin detenerse ni mirar que se avanza a un abismo, ni vivir caminando en un cielo lleno de nubes grises. Nuestro cielo debe estar creado de múltiples formas que nos den el incentivo de la imaginación de la posibilidad de la existencia y vivencia de mundos posibles. Vayamos arriba de esta nube desde su tierra huasteca con el deseo de poder convivir e intercambiar ideas con los vivos y los muertos que hacen e hicieron esta región y este país, a quienes debemos nuestras alegrías y nuestras penas o nuestras cadenas o nuestras libertades

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